miércoles, 28 de marzo de 2012

La inigualable.

Sigo siendo la misma cobarde que huye y la misma leona que ataca si la persiguen.

El veneno de tu corazón.

¿Os habéis parado a pensar porque cuando lloramos se nos ponen los ojos rojos? O incluso algunas personas les quedan manchas rojitas por donde han caído las lágrimas.
Se que existirá una explicación lógica, coherente y sobretodo científica; pura anatomía. Pero fuera de lo que seria obvio si nos preguntáramos el porque podríamos llegar a preguntar también: ¿Que son las lágrimas? Me gusta describirlas como el alivio del corazón o el sufrimiento de este mismo, porque lloramos de alegría, de sufrimiento, de tristeza. Todos sabemos que secarse lágrimas no suprime dolores pero si ayuda a liberar la tensión, tensión que tu corazón siente cuando ya no puede mas cuando has decidido guardar demasiadas cosas con las que no puedes cargar.
Entonces, ¿que son las lágrimas? Puestos a la deducción a la que llegamos del corazón podíamos relacionar que las lágrimas son el ácido de esas penas; imaginemos a ese dolor como una planta venenosa, ella estaría plantada ahí y las lágrimas que expulsamos son el veneno que nos destruye por dentro, por eso algunas lágrimas abrasan, queman, hasta dejar esa rojez en la cara, están compuestas de aquello que nos agoniza y que no nos deja ser felices y si nos marcan por dentro también lo hacen por fuera.
Las lágrimas pueden curar o pueden envenenar, pueden hablarnos de muchas cosas o de nada.
Mi madre me solía decir que las que caían en el lagrimal eran de amor y la que caían del otro lado eran de pena.
¿Que es para ti una lágrima?.

Pardonner..

Perdóname, por lo que estoy haciendo, por no ser yo, por el daño que estoy haciendo.
Perdóname por mi compartamiento, sabes que no es propio de mi.
Perdóname, pero sabes porque lo hago.
Perdóname porque me pesa mas a mi que a ti.
Perdóname aunque sepas que voy a pagar por esto.
Perdóname pero sabes que no podía mas hacerlo.
Perdóname porque yo no puedo hacerlo.

miércoles, 21 de marzo de 2012

domingo, 18 de marzo de 2012

III

''- Eres buena bailando.
- Y tú mintiendo.
- Eres la más guapa de aquí.
- Y vuelves a mentir.''

jueves, 15 de marzo de 2012

XVII

Te necesito, como muy pocas veces he necesitado a nadie.
Que necesito de tu amor, de tu cariño; que necesito de tu comprensión y tus abrazos, de tus palabras tranquilas, tu control y tu paciencia infinita.
Me has echo adicta a la necesidad de quererte siempre.
Necesito que nos ames como yo no se hacerlo.


miércoles, 14 de marzo de 2012

XVI

Y podéis llamarme rara, podéis señalarme y colgarme el cartel de loca, pero es así.
Porque siento que me ahogo, me asfixio en estas circunstancias, que cuanto mas tengo menos quiero. ¿Ironico verdad? pero es así, no quiero manejar mil y una materias, quiero las necesarias.
Quiero vivir.
Quiero poder tener lo justo y necesario, quiero encontrar el camino, quiero empezar a tomar decisiones otra vez, quiero aquella vida, esa que estanque en aquel día y desde entonces mi reloj no gira.
Desde ese preciso momento no soy capaz de nada.

martes, 13 de marzo de 2012

Noches de dos.

Era en esos momentos de paz en donde se sentia bien, donde su cabeza no giraba y la ahogaba en pensamientos y remordimientos, cuando tan solo miraba al techo mientras el hundia la cabeza en el hueco entre el cuello y el hombro y aspiraba el olor de su pelo, cuando tan solo se dedicaba a ofrecerle lánguidas y lentas caricias por todo su cuerpo y no la atormentaba nada mas.

-Quedate. Quedate, al menos hasta mañana. Quedate siempre.

Siempre se lo decia, esa frase siempre se repetia y a ella siempre le entraba el panico y salia en estampida en cuanto podia. Pero esa noche no, no queria que esa paz se fuera, esa tranquilidad que la invadia, queria fingir que era feliz asi, que todo era tan facil como esto y que no volveria a dudar, que no querria correr nunca mas.

Él siguio con su recorrido por su cuerpo, un roze alli y otro alla, aprovechando cuanto tenia porque sabia que cuando amaneciera ella ya se habria ido otra vez y tendria que esperar otra vez, tal vez un dia o tal vez otro mes mas a que ella decidiera volver y darse otras horas mas.
Estaba tan loco por ella que se adaptaba a cualquier condicion que ella pusiera, la esperaba eterna y pacientemente, cuando, como y donde ella quisiera. 
Estaba seguro que podia regalarle el cielo si ella se lo pidiera.

Sintio que la respiracion de él se hacia mas lenta contra su cuello mientras escuchaba un suave y flojo ronquido y supo que el momento de paz no duraria mucho. Asi que supo que tenia que irse de esta manera, sintiendo ese amor que sabria que no duraria si se quedaba, irse sabiendo que era por el bien de los dos por lo que hacia esto.
Se levanto con cuidado porque no queria despertarlo y que la tension reinara donde ahora solo habia armonia. Mientras se vestia dejo de escuchar los suaves ronquidos y la respiracion lenta, pero el no se movio de donde estaba ni abrio los ojos. Fingia dormir, y ella se lo agradecio en silencio eternamente porque siempre sabia que hacer y como hacerlo, todo aquello que ella necesitaba él lo hacia y se acoplaba aunque él no lo quisiera y solo por eso, ella siempre lo querria. 
Salio de la casa a una hora de la madrugada que ni se molesto en mirar mientras andaba hacia su casa, penso que esta noche si podria dormir despues de tantas en vela.
Él se fumaba su pena en cigarrillos mientras veia el amanecer.

lunes, 12 de marzo de 2012

Kamikazes.

Mi cabeza gira y gira sin parar atacándome con momentos de histeria o de euforia, cuando te quiero comer y cuando no quiero volverte a ver.
Y así se pasan los días, vivo en una ruleta rusa en la que tu eres el centro y gira y gira y yo sigo jugando, arriesgandome a equivocarme otra vez, viviendo al filo de esos momentos en los que se que quieres coger la puerta y no volver nunca mas.
Y te adaptas a cada uno de ellos y te conviertes en mi complice, hasta el limite.
De mis neuras, movidas, fobias y filias, ataques de risa. . .
Debemos ser muy kamikaces, pero es mas de lo que los dos podemos pedir.

sábado, 10 de marzo de 2012

Tú.

Eras la droga a la que quise volverme adicta.

Antes y despues de odiarte.

' 'Aún ardían las sábanas de su cama cuando nos despedimos, y no me había parecido suficiente. Nada bastaba cuando se trataba de ella. La amaba tanto, que hasta la vida le habría entregado tan solo con que me lo hubiera pedido.
Pero no lo hizo.
Prefirió jugar a amarme cuando, en realidad, me preparaba para el sacrificio.
Jugó a ser la mantis religiosa que seduce al macho. La que lo enamora, la que lo enloquece hasta hacerse dueña de su voluntad, la que consigue que se deje        devorar  mientra s     se aparean.
Solo que  yo  nunca  lo  supe.
No pude elegir. La necesitaba de tal manera, que de haberlo sabido tampoco habría podido hacer nada para evitarlo. Una noche a su lado me aportaba más placer y más vida que toda cuanta había tenido antes de que ella apareciera.
Hasta esa tarde.
Esa tarde la besé en la boca y deseé tenderla de nuevo sobre las sábanas revueltas. La abracé acomodándola en mi pecho y hundí el rostro en su sedoso cabello castaño. Le dije que la amaba más que a nadie en el mundo. Le confesé  que s i algún  día  llegaba  a perderla, tan solo querría    morir.
Nada en sus gestos, nada en su voz, nada en sus besos me hizo sospechar que me había traicionado. Nada podía hacerme imaginar que ya me había vendido. Iba hacia el final que ella me había preparado y no vi nada, no sospeché   nada. 
Ahora  vivo  en  un  cuerpo sin alma.
 Ahora    vivo  tan solo porque respirar no requiere de mi esfuerzo.
Ahora vivo porque el dolor me destroza cada día pero nunca termina de  matarme. Ahora  vivo únicamente  par a volve r a  verla.
 Para  arrancarle  del  pecho su corazón despiadado y negro.
Para precipitarla a la misma agonía que ella fraguó  para  mí.
Porque, aun a mi pesar, ella continúa siendo la única razón de mi existencia.' '

jueves, 8 de marzo de 2012

Segundas oportunidades.

Un foco blanco ilumina todos los rasgos de mi cara, un tubo sale de mi boca mientras una mascarilla me proporciona el oxigeno que yo no capto del aire. Hay personas a mi al rededor vestidas de verde pero no consigo ver sus rasgos, su cara, tan solo veo pares de ojos a mi alrededor mientras ordenan, mandan, cortan, inyectan. La habitación tiene ese olor antiséptico que siempre he odiado, lleno de instrumentos de las cuales jamas aprendería sus nombres.
Observo mientras con dos planchas posicionadas en mi pecho y me provocan una convulsión que hace que levante mi pecho de la camilla unos centímetros, pero nadie parece darse cuenta que estoy mirando.
Tan solo soy una espectadora y eso, me extraña.
De repente noto alguien a mi lado, es un hombre mayor, lo miro y el me observa con dolor en los ojos mientras vuelve a mirarme en la camilla:

+¿Puedes verme?.-Le digo un poco esperanzada por entender que pasa

El no contesta y  sigue observando la camilla y las personas de verde que siguen trabajando sobre ella.
De repente una luz que proviene de mis espaldas ilumina la habitación mucho mas que el foco de mi cara, el hombre me mira, sonríe y comienza andar para esa luz.

+¡Oye!.-Le digo mientras lo sigo.-Espera, no te vayas yo...

Corro hacia el y traspaso esa luz blanca, de repente toda luminosidad se ha ido, el olor antiséptico, el ruido, las personas de verde. Me encuentro en un callejón, la luz por la que acabo de traspasar ahora es una enorme pared que comienzo a tocar en busca de la puerta de luz otra vez, pero solo hay una pared.
Las paredes son de piedras grises y negras y no llego a ver el final de su altura. Miro hacia delante y veo que el hombre anda con paso constante subiendo unas escaleras que había al final del callejón, corro pero cuando llego al final del callejón el hombre ha llegado al final de las escaleras donde hay una gran puerta de barrotes de hierro.

+¡Espera, por favor! ¡Necesito saber donde estoy!.

Pero el hombre parece no escucharme, traspasa la puerta y desaparece.
Empiezo a preocuparme por no saber donde estoy y sobretodo de como salir de allí.

-Deberías subir, todo el que viene aquí sube y debe ser como una gran fiesta porque jamas vuelven y todos entran con una sonrisa.

De repente me doy cuenta de ella, es una muchacha sentada en la esquina del tercer escalón, tiene una media melena con las puntas peinadas hacia arriba, lleva un vestido azul en forma de evase, con guantes y un bolso de mano, con los codos apoyados en las rodillas y la barbilla en las manos mientras observa la pared por la que yo he pasado. De repente me vienen a la cabeza las fotografías que mi abuela me enseñaba de los años 60.
Me acerco a ella hasta que solo nos separa unos cuantos metros.

+¿Tu no subes?
-No, estoy esperando a alguien.-Me mira en un parpadeo con una sonrisa demasiado dulce, y vuelve a mirar hacia la pared. Yo me giro intigrada esperanzada porque lo que ella este viendo sea la puerta de luz otra vez, pero solo esta la pared de piedras.
+¿Cuanto tiempo llevas esperando?.-Era una extraña curiosidad.
-¿Y que mas da el tiempo si sabes que vas a conseguir tu objetivo?
+¿Donde estamos? ¿Que es esto?
-No lo se, yo he quedado en este mismo callejón, en este escalón y justo en esta misma piedra.-Dice mientras hace una mueca de indiferencia sin borrar esa sonrisa dulce.

Tengo miedo, jamas lo reconozco, ni si quiera permito reconocerlo en mis pensamientos, pero lo tenia y lo peor era que no sabia que hacer, donde ir ni que decir.
De repente ella apoya sus manos en los sus rodillas y me mira con demasiada comprensión en su cara.

-¿Que haces aquí?
+No lo se, estaba observandome y. . . El hombre. . . Lo seguí y desapareció la puerta y. . . Tengo miedo.

No podía ser un sueño y si lo era, era el sueño que había sentido, olido, oído, tocado y visto mas vivo que jamas podría tener nadie en su existencia.

-He visto demasiadas personas venir aquí, algunas vienen y suben las escaleras corriendo, otras mas lentas, con cautela o energía, otras tantas sonriendo, pero jamas, nunca, han dudado y sobretodo jamas han temido. No estas preparada aun, no estas lista para entrar.
+Lo siento pero no te entiendo.-No sabia donde estaba y ni si quiera sabia de que me hablaba.

Ella se inclina y coge mis muñecas con mucha suavidad mientras que con sus pulgares acaricia dos cicatrices grandes de mis muñecas, al verlas me sorprendo y me quito de su agarre de manera muy brusca.

-Nuestro camino esta escrito, pero nosotros mismos somos los redactores que debemos corregir las comas, las faltas, incluso borrar y volver a escribir un trozo de historia, a veces acertamos y otras, no. Todos cometemos errores en nuestra vida pero a muy pocos se les da la oportunidad de rectificar y empezar otra vez.

Antes de que pudiera contestar la pared volvió a convertirse en la luz blanca a mis espaldas, ella se levanto con una enorme sonrisa en los labios mientras daba unos cuantos pasos. De la luz salio un hombre de unos 60 años con otra sonrisa en la cara, era alto de cabello moreno salpimentado con algunas canas, ando hasta la chica y los dos se miraron y desprendían tanto amor que incluso si ese amor brillara cegaría mucho mas que cualquier luz en el mundo.
Se cogen de la mano y comienzan a subir esa escalera que yo no quiero ni me atrevo a subir, pero cuando están arriba, antes de entrar, ella se gira y el también a ver que es lo que la detiene, y de repente ya no es un hombre de 60 años, es un muchacho con una cara que me recuerda a la de los niños guapos, es alto y delgado con el pelo moreno un poco mas largo de lo normal. Ninguno de los dos llegaria a los 20 años.

-Pocos son afortunados en tener en las manos segundas oportunidades, si te preguntas porque, vuelve, acepta lo que te venga tal cual, y sacale el mayor jugo de felicidad que tenga, aunque no se la veas; vive.

Se giro, volvió a mirar al chico, los dos traspasaron la puerta y desaparecieron.
Antes de que pudiera ser consciente de que pasaba una gran fuerza tiro de mi a mis espaldas, quise gritar  pero el el aire no salio de mi garganta, las escalera se volvieron lejanas, las paredes del callejón pasaron delante de mis ojos a una velocidad espectacular, la sala, las personas de verde, los instrumentos que jamas aprendería, el olor antiséptico. Me tiraron encima de mi cuerpo y sentí que mi pecho se hinchaba, que mis pulmones se llenaban de aire casi hasta explotar, que mi corazón bombeaba en un tic tac rapidísimo, mis ojos intentaban parpadear pero o no podía por las luces o el cansancio no me lo permitia. Mis oídos comenzaron acostumbrarse y comencé a escuchar voces de fondo y una maquina que seguia el ritmo de los latidos de mi corazón.

-Inyectale la. . . vive, va a vivir.
-Ha sobrevivido.

Es lo ultimo que escuche cuando caí en las brumas del sueño.